Crítica: Pintura

TATIANA MONTOYA: EL SOPORTE COMO ORIGEN DE LO PICTORICO

Por: Raquel Tibol

Nacida en Medellín Colombia en 1961, Tatiana Montoya reside en México desde 1993, y esto se debe a que en 1991 ganó una de las becas de producción artística que ese año otorgó la ciudad de México, cuando era regente Manuel Camacho Solís. Los artistas latinoamericanos llegados desde varios países, trabajaron en distintos lugares. Algunos se quedaron en la ciudad de México, otros fueron a Queretaro, Tatiana Montoya solicitó elaborar cerámicas en el taller de Hugo X Velásquez en Cuernavaca.

La invitación era por 60 días y, atraída por el medio cultural mexicano se quedó cinco meses, tiempo en el que preparó una exposición para la galería Pecanins con el tema ruedas, bicicletas y triciclos; la técnica elegida fue de ensambles de chatarra, concreto y grácil sentido de humor.

Dedicada inicialmente a la danza, en 1983 cambio de rumbo al ingresar al Instituto de Investigación de la Expresión Colombiana en Bogotá, acudió a talleres de cerámica, litografía y grabado; en la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá, siguió cursos de historia y apreciación del arte. En 1992 tuvo dos destacadas participaciones internacionales la exposición "Barro de América " en el Museo de Arte.

Contemporáneo "Sofía Imber" y en el "Encuentro con los otros, paralelo a la IX Documenta de Kassel", Alemania, organizado por un equipo de la Universidad de Stoffwechsel, con proyectos provenientes de Asia, África y América Latina. En 1995 recibió mención honorífica en la I Bienal Internacional de Juguete Arte- objeto, presentada en el Museo José Luis Cuevas y en 1997 en el I concurso de pintura Johnnie Walker, organizada por el Museo de Arte Moderno de Chapulthepec.

A partir del 14 de julio en la galería de Arte Arcos Itatti de Bosques de las Lomas, Tatiana Montoya mostrará la exposición "Catarsis" integrada por trípticos, dícticos y piezas particulares. El título se refiere más al estado psíquico dominante en ella cuando trabajó las once piezas de gran formato, que al proceso de elaboración de las mismas- La pasión depositada en su difícil.

configuración le permitió eliminar tensiones nocivas que la perturbaban y alcanzar un estado activo contemplativo de armonía espiritual de purificación.

Si abstracto es aquello que se ha emancipado de la materia, las actuales obras de Tatiana Montoya no serían clasificables como abstracciones por que el complejo proceso material define su razón estética. Para dar existencia a estas insólitas pinturas, ella rompe el binomio soporte-sustancia cromática y obtiene las extrañas e iridiscentes coloraciones al atacar con oxidaciones y ácidos unas delgadas láminas de hierro o aluminio. A las reacciones físico-químicas programadas se suman efectos accidentales de una intemperie, hecha de viento, agua, unas partículas suspendidas, agua lluvia ácida, emanaciones de lo viviente y de lo mecánico, oscilaciones extremas de temperatura.

Las corrosiones se acumulan y deben ser vigiladas para que no carcoman las láminas, sino que les agreguen colores en gamas de verdes, ocres, negros, azules, grises, rojizos y dorados de una sorda brillantez, propia de la primera o de la última luz del día. Les agregan también texturas con distinto espesor y carga expresiva así como veladuras cálidas y aterciopeladas. Todo conseguido sin los habituales instrumentos del pintor, en un laboratorio artístico diferente.

Tatiana Montoya ha experimentado con vigilante paciencia dejando actuar al azar y al tiempo, pero reconociendo cada vez mejor las fusiones químicas de los nitratos de bronce o de cobre, de los ácidos de hierro, de los barnices oportunos, de los bloques programados. La tarea se complica ante las láminas de aluminio, metal supuestamente inoxidable al que Tatiana Montoya ha logrado herrumbrar con nitratos sabiamente dosificados.

Sus manipulaciones dependen del curso de los días y de un registro minucioso de reacciones que permitían ampliar el repertorio de inflexiones y modulaciones perceptibles. Aquí no se valen los automatismos ni los happenings matéricos por que el acto de pintar ha sido reemplazado por un quehacer plástico de otro tipo. Hay una plasmación dinámica, sí, pero regida por otro ritmo temporal. Otras son las substancias, otros son los instrumentos y muy diferentes son los resultados.

Especial atención merecen los efectos del espejismo, fenómeno óptico que se acentúa con el tránsito del observador. Las imágenes cambiantes, parecieran no tener principio ni fin. Ritmos e ilusiones engañosas las convierten de hecho en versiones renovadas de la abstracción lírica.

Con sus experimentaciones técnico-estéticas Tatiana Montoya aporta nuevas posibilidades de libre asociación poética de lo visible.

Raquel Tibol nació en Argentina en 1923, y se naturalizó mexicana en 1961, Crítica de arte, estudió en la Universidad de Buenos Aires. En 1953 vino a México como secretaria de Diego Rivera. Ha sido museógrafa y jurado de arte en México y otros países. Su obra se traducido a más de 6 idiomas


Autor:

Raquel Tibol